Hola a todos, es mi turno de hacer una breve reseña sobre el capítulo del sábado, que yo no pude ver hasta ayer.
Es curioso cuánta polémica ha levantado este episodio, ya que he visto desde fans que lo exaltan (quizá sea el mejor capítulo de la séptima temporada hasta ahora, citando a mi compañero Dro) hasta otros que casi lo aborrecen.
Me parece un episodio muy respetable, una buena continuación al subidón que me produjo The Bells of St. John, pero pensándolo con la cabeza fría, no ha cumplido las expectativas que tenía al ver la preview ni las que me habían hecho todas las personas con las que había hablado.
(Spoilers grandes)
La idea era buena, no, lo siguiente: tengo una debilidad por las historias con niñ@s indefens@s cuyo destino está elegido desde que nacieron. La estética por otro lado me recordó a The Impossible Planet/The Satan Pit y el mercado tenía un aire de Turn Left encantador, y la precuela, con la historia de amor de los padres de Clara y su infancia, me pareció muy tierna y útil para conocer al personaje mejor.
Pero este episodio falla en el guión, que se simplifica a medida que corre el metraje y cuyo clímax (la revelación del verdadero dios de Akhaten) es bastante predecible: el argumento general se va haciendo más y más llano a cada minuto y el capítulo va decayendo, aunque es disimulado con la magnífica actuación de Jenna-Louise Coleman y Matt Smith y el gran impacto visual.
Todos los elementos que creo que son interesantes (los Vigilantes, la Reina de los Años, la Momia...) se quedan colgando de un hilo, vanas promesas (los Vigilantes tenían taaaan buena pinta, y se vieron dos veces) y poco explicados (el Doctor menciona que la Momia es la "alarma" del Dios y un "vampiro de almas", pero no nos cuenta más y a mí me sabe a demasiado poco), esperando que nos consolemos con la estética (por si no ha quedado claro, para mí es de los episodios de Doctor Who más bonitos a nivel de fotografía y escenografía) y las canciones.
Me gustó mucho la idea de las canciones, porque cumplen su papel a la perfección: sientan un tono diferente al episodio y nos ayudan a sentirnos más implicados emocionalmente con Merry y el pueblo de Akhaten. Desde luego, esta serie sabe utilizar muy bien la música a su favor y esto es muy loable.
He mencionado ya a Matt Smith y Jenna-Louise Coleman y lo repetiré: ellos han salvado este capítulo. Jenna brilla con luz propia y nos enseña a amar (aún más si cabe) a Clara. Es agradable ver a una compañera que cuando vaga a placer no es secuestrada o provoca un conflicto, sabiendo arreglárselas por sí sola y mostrándonos todos sus cualidades: empatía (se gana la confianza de Merry en un segundo), descaro (¡esos ladridos a la extraterrestre son oro puro!), inteligencia, valor... Es ella además la que salva el episodio, robándole el momento a Matt (¡Neil Cross, cómo te atreves!) y haciendo que lloremos como locos, porque en el fondo somos masoquistas (o al menos yo) y nos gusta sufrir cuando vemos a una compañera sacrificarse. Gran sacrificio, que nos demuestra que aquí no todo tiene que ver con acabar con flotas enteras de daleks o dar tu propia mente por el universo, sino que también con cosas que a priori pueden parecer más insignificantes como regalar un trozo de tu historia personal que te lega a tus seres queridos. ¡Bien hecho Clara!
A pesar de Clara/Jenna, este episodio pertenece a Matt Smith. El Doctor no está en su mejor capacidad al principio (aunque hace que nos aparezca un nudo en la garganta cuando recuerda a su nieta Susan), innovando poco en su línea entre enciclopedia viviente (saberse toda la historia de Akhaten), viejo gruñón egoísta (dos veces, señores y señoras, dos veces le dicen que dé algo que quiera, y dos veces que se niega) y mad-man-in-a-box en general. Pero, ay, Neil Cross, que bien demuestras aquí que lo que te importaba no era la historia en general sino hacernos llorar en particular. Porque, cuando todo parece normal y estamos a punto de asistir a otro espectáculo de lonely angel, nos suelta ese discurso que justifica TODO el episodio.
Porque todo el capítulo se hizo, en mi opinión, para que girara alrededor de este momento, sobre todo el hecho de que el Doctor no diera nada, porque aquí se justifica: no tiene nada, porque ha perdido todo lo que quería y lo que más le importaba, lo único que le quedan son los recuerdos y ese enorme arrepentimiento y sentimiento de culpa que lleva en sus hombros. Porque sí, podría dar la cazadora de Rose, las gafas de Amy, cualquier cachivache que tuviera en su TARDIS con una gran historia detrás; pero en el fondo lo que más atesora son los sentimientos, las vivencias y todos esos hechos por los que ha tenido que pasar. Uno de los puntos de este capítulo es la importancia de lo inmaterial, del alma, y aquí el Doctor da su alma partida a pedazos, lo único con lo que se puede enfrentar cuando ya no le queda nada, excepto la esperanza. Y es por esa esperanza que quiere descubrir el misterio de Clara, para ver si, por una vez, podrá tener algo más.
De Matt Smith no hablaré, porque sólo en pensarlo se me saltan las lágrimas. Ya lo habíamos visto antes, pero aquí tenemos la comprobación: estamos asistiendo a los episodios protagonizados por, probablemente, uno de los mejores actores que ha interpretado al Doctor y que pasará a la historia por ello. Bravo, Matt, bravo.
Resumiendo, The Rings of Akhaten es una historia que va perdiendo fuelle y que deja un agridulce sabor de boca, salvado únicamente por un par de escenas y la increíble química y talento de Smith y Coleman. El truco puede valer para un episodio, pero a la serie no le conviene que se base siempre en ello, porque Doctor Who es la suma de buenos guiones y actores y se debería mantener un balance equilibrado entre ambos. Neil Cross, veremos a ver si te redimes un poco en Hide.
(Spoilers grandes)
La idea era buena, no, lo siguiente: tengo una debilidad por las historias con niñ@s indefens@s cuyo destino está elegido desde que nacieron. La estética por otro lado me recordó a The Impossible Planet/The Satan Pit y el mercado tenía un aire de Turn Left encantador, y la precuela, con la historia de amor de los padres de Clara y su infancia, me pareció muy tierna y útil para conocer al personaje mejor.
Pero este episodio falla en el guión, que se simplifica a medida que corre el metraje y cuyo clímax (la revelación del verdadero dios de Akhaten) es bastante predecible: el argumento general se va haciendo más y más llano a cada minuto y el capítulo va decayendo, aunque es disimulado con la magnífica actuación de Jenna-Louise Coleman y Matt Smith y el gran impacto visual.
Todos los elementos que creo que son interesantes (los Vigilantes, la Reina de los Años, la Momia...) se quedan colgando de un hilo, vanas promesas (los Vigilantes tenían taaaan buena pinta, y se vieron dos veces) y poco explicados (el Doctor menciona que la Momia es la "alarma" del Dios y un "vampiro de almas", pero no nos cuenta más y a mí me sabe a demasiado poco), esperando que nos consolemos con la estética (por si no ha quedado claro, para mí es de los episodios de Doctor Who más bonitos a nivel de fotografía y escenografía) y las canciones.
Me gustó mucho la idea de las canciones, porque cumplen su papel a la perfección: sientan un tono diferente al episodio y nos ayudan a sentirnos más implicados emocionalmente con Merry y el pueblo de Akhaten. Desde luego, esta serie sabe utilizar muy bien la música a su favor y esto es muy loable.
He mencionado ya a Matt Smith y Jenna-Louise Coleman y lo repetiré: ellos han salvado este capítulo. Jenna brilla con luz propia y nos enseña a amar (aún más si cabe) a Clara. Es agradable ver a una compañera que cuando vaga a placer no es secuestrada o provoca un conflicto, sabiendo arreglárselas por sí sola y mostrándonos todos sus cualidades: empatía (se gana la confianza de Merry en un segundo), descaro (¡esos ladridos a la extraterrestre son oro puro!), inteligencia, valor... Es ella además la que salva el episodio, robándole el momento a Matt (¡Neil Cross, cómo te atreves!) y haciendo que lloremos como locos, porque en el fondo somos masoquistas (o al menos yo) y nos gusta sufrir cuando vemos a una compañera sacrificarse. Gran sacrificio, que nos demuestra que aquí no todo tiene que ver con acabar con flotas enteras de daleks o dar tu propia mente por el universo, sino que también con cosas que a priori pueden parecer más insignificantes como regalar un trozo de tu historia personal que te lega a tus seres queridos. ¡Bien hecho Clara!
A pesar de Clara/Jenna, este episodio pertenece a Matt Smith. El Doctor no está en su mejor capacidad al principio (aunque hace que nos aparezca un nudo en la garganta cuando recuerda a su nieta Susan), innovando poco en su línea entre enciclopedia viviente (saberse toda la historia de Akhaten), viejo gruñón egoísta (dos veces, señores y señoras, dos veces le dicen que dé algo que quiera, y dos veces que se niega) y mad-man-in-a-box en general. Pero, ay, Neil Cross, que bien demuestras aquí que lo que te importaba no era la historia en general sino hacernos llorar en particular. Porque, cuando todo parece normal y estamos a punto de asistir a otro espectáculo de lonely angel, nos suelta ese discurso que justifica TODO el episodio.
Porque todo el capítulo se hizo, en mi opinión, para que girara alrededor de este momento, sobre todo el hecho de que el Doctor no diera nada, porque aquí se justifica: no tiene nada, porque ha perdido todo lo que quería y lo que más le importaba, lo único que le quedan son los recuerdos y ese enorme arrepentimiento y sentimiento de culpa que lleva en sus hombros. Porque sí, podría dar la cazadora de Rose, las gafas de Amy, cualquier cachivache que tuviera en su TARDIS con una gran historia detrás; pero en el fondo lo que más atesora son los sentimientos, las vivencias y todos esos hechos por los que ha tenido que pasar. Uno de los puntos de este capítulo es la importancia de lo inmaterial, del alma, y aquí el Doctor da su alma partida a pedazos, lo único con lo que se puede enfrentar cuando ya no le queda nada, excepto la esperanza. Y es por esa esperanza que quiere descubrir el misterio de Clara, para ver si, por una vez, podrá tener algo más.
De Matt Smith no hablaré, porque sólo en pensarlo se me saltan las lágrimas. Ya lo habíamos visto antes, pero aquí tenemos la comprobación: estamos asistiendo a los episodios protagonizados por, probablemente, uno de los mejores actores que ha interpretado al Doctor y que pasará a la historia por ello. Bravo, Matt, bravo.
Resumiendo, The Rings of Akhaten es una historia que va perdiendo fuelle y que deja un agridulce sabor de boca, salvado únicamente por un par de escenas y la increíble química y talento de Smith y Coleman. El truco puede valer para un episodio, pero a la serie no le conviene que se base siempre en ello, porque Doctor Who es la suma de buenos guiones y actores y se debería mantener un balance equilibrado entre ambos. Neil Cross, veremos a ver si te redimes un poco en Hide.
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ResponderEliminarhttp://media.tumblr.com/2e1aa1353828778bf617ee0220101454/tumblr_inline_milo18xBjx1qz4rgp.gif
EliminarCompletamente deacuerdo, (soy nuevo, ola k ase?)
ResponderEliminaresta claro que es un problema del guion, parce mentira que en 45 minutos la trama avance tan poco, me estoy volviendo a ver capitulos atrasado y se cuentan grandes historias, incluso con grandes lapsos de tiempo, sin enbargo en este podian haberle sacado mucha mas "chicha" a todo el tema y hubiese sido genial, pero tampoco se puede pedir todo, ueva companion, su historia y contexto, la musica, y el discurso epico del doctor, luego ya metieron un trama que encajara y para casa, ademas que tampoco avanza en lo que es la trama de a temporada, ni resuelve misterios de la serie ni nada, se queda en un mero relleno del capitulo, dicho esto, solo por las 7 u 8 eces que me e visto el discursazo del doctor y esa lagrima que le cae por la mejilla, me parece un capitulazo.
"take it all, baby"