Los compañeros de la Colina continuamos repasando todos los capítulos de la era moderna de Doctor Who. El que nos ocupa ahora puede no tratarse de uno de los mejores precisamente, pero sí que tiene una cierta importancia y es interesante, sobretodo, por la crítica que Russell T. Davies realiza a la sociedad a través de él. Me estoy referiendo al 1x07 "The Long Game", el séptimo episodio de la temporada de Christopher Eccleston y Billie Piper.
Lya
Episodio: 1x07 "The Long Game"
Guionista: Rusell T. Davies
Director: Brian Grant
Emisión: 7 de mayo del 2005
En los momentos en los que estoy viendo este capítulo, gran parte de mi TL en Twitter se divide entre los que están con Gran Hermano y los que ven unos de esos programas en los que salen famosos tirándose a una piscina (??¿¿). No voy a juzgar, no voy a decir nada, pero comprenderéis que, dada la temática de este episodio, no pueda evitar hacer un paralelismo. Otra vez Russell con sus metáforas directas a la yugular de la sociedad en la que vivimos y vosotros, ahí, viendo Gran Hermano. No me dejáis otro camino, coleguitas.
Conste que yo he pasado por esas fases, y que lo que menos pretendo es dármelas de nada. Quede claro. Quiero hacer, a ver si me sale, una reflexión sobre la televisión, ese chisme que todos tenemos en casa. Ese chisme que hace que una casa sea casa, algo esencial en la construcción mental de nuestras vidas, en la concepción que todos tenemos de hogar, sociedad, familia. Una ventana al mundo, como en sus tiempos lo fue la radio, como ahora lo es Internet.
Es precisamente Internet, con su oferta masiva y las mil y una posibilidades que contiene, la que ha causado un daño mayor a la televisión, entendida como centro de las vidas de muchas familias y de muchas amistades. O si lo de centro suena un poco fuerte, sí como punto, motivo, llamémoslo X, de reunión, conversación o, directamente, pelea. El mando a distancia, no quiero ver fútbol, ya has puesto los cotilleos, cómo te puede caer bien Fulanito, haz el favor de cambiar de canal. Qué os voy a contar que no hayáis vivido.
Ahora con Internet no necesitamos la televisión, es así de simple. Pero la televisión sigue ahí. Y se ha producido una separación entre aquellos que siguen fieles a la programación semanal de las cadenas patrias y los que, sin remedio, nos hemos ido fuera aunque sigamos aquí. Quizás por eso, este capítulo de Doctor Who me ha llevado a desgranar esta nueva ida de olla mental. Para los que no recordáis de qué va, os hago un resumen: el Doctor -un guapérrimo y actorazo Christopher Eccleston-, Rose -y sus tres kilos de maquillaje-, y ese companion sobrevenido del que nadie más supo nada nunca llamado Adam, llegan a una plataforma, Satélite 5, que orbita la Tierra, desde donde se emiten las noticias a todo el mundo. Se supone que es la época del IV Gran Imperio de la Humanidad, donde todos son felices y maravillosos. ¿Todos? No, en realidad nadie lo es, porque un gigantesco emisor de noticias está dominado por un bicho asqueroso y enorme, Jagrafess, que, controlando lo que la gente ve por televisión, controla a la Humanidad completa.
¿Es esclavo aquel que no sabe que es esclavo?, le preguntan al Doctor en un momento del capítulo. 'Sí', contesta éste sin dudarlo.
¿Somos esclavos de una determinada programación televisiva y con ello, de un determinado modo o querencia de hacer las cosas? ¿Qué mejor método para someter a una población que entrando en sus casas directamente a través de un aparatejo que todo el mundo tiene?
Hace algunas semanas, con motivo de la serie Secret State (Channel 4) me hacía preguntas similares en mi blog. Todo muy conspiranoico, vale, pero, tristemente real. Nosotros elegimos un gobierno, pero más allá de ideologías (mucho más allá en los tiempos que corren) está el único poder, el que los une a todos como decía aquel: el dinero, los bancos. No en vano, en este capítulo de Doctor Who la masa asquerosa de Jagrafess no es más que el 'redactor-jefe', puesto ahí para controlar el cotarro por un 'consorcio de bancos'.
Conspiraciones, venid a mí.
Televisión que no vale un euro, poca-nada cultura, programas para pasar pasar el rato donde lo que se prima y se valora es la estupidez más absoluta, horas y horas de televisión dedicadas a los rollos de una serie de personajes que no son nada más que eso: personajes de los que se habla en televisión. Nada de la crónica social de antaño, del sano cotilleo que era cotilleo pero también cultura, porque, es un poner, la historia de amor de Liz Taylor y el Burton ya es cultura moderna, como lo es saber quién son los reyes y principitos varios de esos países de por allá al norte, aunque sólo sea para que en días como hoy, cuando todos han ido en fila a saludar al Papa Francisco, nos sepamos situar. Y hablo en plural, aunque esto va más dirigido a aquellos que hacen información, sí, a través de la televisión, que, muchas veces, adolecen de una falta de cultura que produce escozor. Hace poco en el telediario de la 1, tele pública, atribuyeron Knocking on heavens door a los Gun's Roses, sin mencionar a Bob Dylan para nada. Otro poner, otro ejemplo, otra vergüenza.
¿A quién le favorece todo esto? ¿Quién quiere que no pensemos?
¿O no hay conspiración y aquí lo que pasa es que no pagamos un canon como en UK y tenemos la tele publica que podemos tener, es decir, una pena?
Pues quiero pagar, oiga. En serio.
En fin, y como no todo va a ser echar las culpas a los poderosos que nos controlan, Russell también nos deja una crítica a corto plazo, muy bien hilada. Porque, a fin de cuentas, esos poderosos no son más que humanos, mortales con debilidades, como todos, que, por suerte o porque se lo han currado, han llegado a una posición desde la que pueden controlar a los demás. Pero antes de ser así fueron como Adam. Fueron los listos de turno que no dudan en traicionar a sus nuevos amigos, quedarse con su teléfono móvil y montar el circo oportuno -con su correspondiente agujero en la frente- para poder forrarse. Como dicen en el Padrino, detrás de todas las fortunas hay un crimen. O como le dice el gran David Niven a la no menos grande Sophia Loren en la película 'Lady L': querida, que yo sea duque sólo significa que mi familia empezó a robar antes que la tuya.
Pues eso.
PS: Lo de 'The Face of Boe, pregnant', era mentira, ¿no? ¿NO?
Dro
Tras los sucesos acontecidos en el capítulo anterior, Adam, el que probablemente sea el compañero más insulso y random de la historia de Doctor Who (tiene su mérito el chiquillo, hay que reconocérselo) nuestro Doctah y Rose llegan al Satélite 5, un lugar que retransmite noticias a todo el mundo. Pero no es oro todo lo que reluce, y enseguida el Docor y Rose descubren que en realidad hay un gran bicho malvado que lo controla todo y que, bueno, es eso, malvado.
Lya ya nos ha explicado más arriba estupendamente la gran metáfora y la crítica a la sociedad que Russell pretendía realizar con este episodio, así que yo poco más tengo que añadir en ese aspecto. Ana y Elewen también nos hablan más abajo del capítulo en sí, por lo que yo os dejo resumidas varias de mis impresiones más destacadas sobre este capítulo que, todo sea dicho, no es uno de los mejores de la temporada:
1) Ver a Simon Pegg es un gustazo.
2) Las tramas de Adam sobraban tanto, TANTO, que hasta me sobra hablar de él.
3) Nine y Rose juntos son una cucada.
4) No hay que perder de vista los hechos narrados en este episodio, porque recibirán continuación más pronto de lo que pensamos.
5) Adam me sobra.
Ana
Y llegamos al que probablemente sea mi capítulo menos favorito, el ecuador de la temporada que hace las veces de preludio para lo que está por venir. Porque ay lo que está por venir.
Vamos a ver, no voy a ser injusta. Creo que Simon Pegg hace un gran papel como el Editor, pero el monstruo/moco no me parece que tenga la consistencia (en sentido figurado) de otros bichos whovian. Que no me termina de convencer como malo, vamos. Que si hubiera dependido de mí el malo hubiera sido el Editor, sin la ayuda de ningún moco en el techo.
Y luego está Adam. Oh Adam, ¿cuál es tu función en el capítulo? Para esto más nos hubiera valido que te hubieran enterrado en el búnker yanqui aquel. Gracias a Dios que desapareciste en este capítulo, aunque he de confesar que durante mucho tiempo viví con el miedo de tu regreso.
Conclusión, un capítulo en mi opinión flojillo, del que sobretodo destacaría la crítica a la influencia que los medios de comunicación pueden tener en todos los ciudadanos, pero especialmente, en aquellos que se lo creen todo a pies juntillas. Que quizás nos están retrasando la civilización 90 años y nosotros aquí sin saberlo.
Elewen
Esta vez voy a ser bastante breve.
No es que este capítulo no merezca la pena, creo que la merece mucho, sin embargo no será la primera vez que nos encontremos con una metáfora de nuestro tiempo tan magistralmente realizada o quizá un futuro aterrador: nuestra realidad sigue siendo manipulada por...adivina adivinanza.
La narración in media-res funciona a la perfección, la trama es adictiva y ¡oh!, sorpresa, tenemos más menciones de Bad Wolf y el Rostro de Boe. Lamentablemente siempre hay algún personaje que sale mal parado, unas veces se huele y otras no, pero la serie solo está calentando motores, esto es el principio.
Y luego está Adam, que sí que ya sé que salió en el capítulo anterior, pero fue borrado de mi memoria ¿y con razón? La verdad es que tras la revisión de este episodio no sé muy bien qué pinta viajando en la TARDIS by the face, menos mal que el Doctor le deja en tierra a tiempo de que pueda liarla más y para siempre.
Y por último un detalle que me ha llamado la atención, ¿no se supone que la TARDIS traduce todos los idiomas? En esta ocasión para que no traduce al alien. No sé si se trata de un fallo o que simplemente el Doctor habla todas las lenguas, y bueno también forma parte del sistema de la TARDIS (o algo así era).
Iba a ser breve, ya no me enrollo más.
Yo me quito el sombrero ante Lya, y con eso lo digo todo y no digo nada *aplaude*
ResponderEliminarEstoy de acuerdo contigo, Dro, Simon Pegg es simplemente genial!
Y respondiendo a todos: Adam no pinta nada y nunca lo pintó. Qué hacía ahí? Pues yo diré que RTD es un documento y que lo aprovechó para brindarnos esa magnífica frase de Nine: "I only take the best. I've got Rose" <3
¡Lo mismo digo, Lya, con esta review te has lucido!
EliminarY ya sabes, Wallo, siempre que quieras hacer una tú también puedes mandarla a veteatucolina@gmail.com y la incluiré para la próxima ;)
PD: Tu teoría de la frase me convence, te la compro. Adam hasta me cae un poquito mejor xD
Ya está mandada la siguiente y ahora te mando las dos próximas xD
EliminarGracias, chicos. Y sí, creo que me quedo yo también con esa teoría, Wallo. Esa frase, arrgh...<<<3333
ResponderEliminar