Madre mía. Acabo de ver el episodio y... creo que me he quedado sin neuronas. ¡Hay tanto que comentar y mi cerebro está tan poco por la labor! De momento, solo diré una cosa: qué grande es Doctor Who. Qué grande es Steven Moffat. Qué grande es Peter Capaldi. Y, sobre todo, qué grande es Jenna Coleman y su personaje.
Y, sin embargo, no creo que este sea el episodio que más me ha gustado hasta el momento, ni el que más me ha satisfecho. Emocionalmente, Deep Breath o Into the Dalek tienen ese honor, quizá porque aún estábamos conociendo a Twelve o porque tocaron varios de mis temas favoritos (la maldad dentro del Doctor, sobre todo).
Pero este episodio es el que tiene el mejor guión hasta el momento. Ya todos sabíamos que Steven Moffat era un gran guionista, que es capaz de dejarnos sin aliento, de hacernos llorar o de obligarnos a escondernos debajo de las sábanas. Y este capítulo era para eso, para pasar miedo. Ninguno nos esperábamos encontrarnos con... en fin, ya sabéis.
Hola, Theta |
Listen será recordado como el Midnight de Moffat, y hay razones para ello. Mis compañeras han comentado que es bueno que deje la incógnita en el aire de si, realmente, hay algo que se esconde y nunca vemos; ¿quién sabe, quizá era el ente de Midnight, menos evolucionado? Pues yo, esta vez, quiero saber. Quiero saber quién narices se sentó en la cama de Rupert (oh, Doctor, si fuiste tú, te mato) y quiero saber qué era esa cosa bajo las manta (¡si incluso pudimos ver su forma desenfocada cuando estaban mirando a la ventana!). ¡Quiero respuestas, no me hagas esto, Moffat!
Aparte de eso, me ha encantado el capítulo. He torcido un poco la nariz ante el asunto de la línea temporal de Clara (porque esos líos nunca me han apasionado, y ese es el gran fallo que he visto siempre a la quinta temporada, por ejemplo) pero, en el fondo, me ha parecido un buen golpe de efecto. Es ya obvio que Clara y Danny van a ser algo más que amigos (¡son tan monos juntos!), y está bien que nos desarrollen un poco su historia, de forma adelantada, sobre todo si los rumores de que Jenna Coleman se marcha en Navidad (!!!!!!!!!) son ciertos. Me parecen una pareja genial, con gran química, de esos flechazos que no suelen funcionar bien en las películas pero que aquí ha quedado estupendo, puesto que dan a entender que ha pasado tiempo desde Into the Dalek y que, por lo tanto, Danny y Clara se han ido conociendo (y gustándose) ya en el trabajo. Llegar hasta el punto de Orson Pink me ha parecido algo arriesgado, pero con tanto golpe de efecto me he enamorado (¡el soldado! ¡"Los viajes en el tiempo son de familia"!).
Y entonces, Gallifrey. No lo voy a negar, grité cuando me di cuenta de dónde estaba. Lloré cuando vi al War Doctor volver a ese granero (¡ahora se entiende todo!). Ha sido una de las mejores escenas que Moffat jamás ha escrito, y encima regalándonos una excelente actuación de Jenna Coleman. Los pelos de punta.
Esto es Doctor Who, señores y señoras. Doctor Who, enseñándonos a no tener miedo del miedo, a que se puede ser valientes cuando estamos aterrorizados. Que un chiquillo puede haber pasado su infancia llorando en un granero y huido cuando miró al Vortex, pero que se puede convertir en un hombre grandioso, aterrorizado de estar solo, capaz de enfrentarse a las más horribles criaturas del universo y hacer las cosas más impensables a su propia gente. Porque el miedo es un superpoder, y yo doy gracias porque esta serie nos lo recuerde.
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